El procés catalán, con sus sobresaltos, está desbaratando el discurso político del Estado español. El relato hispano se desacredita, se resquebraja. Nabarralde organiza para el mes de marzo en Agurain (día 17) una jornada de debate sobre esta situación, hasta qué punto nos alcanza o cómo podemos intervenir desde nuestra propia perspectiva vasconavarra.
Hablamos con Luis Mª Martinez Garate sobre estas cuestiones.
– ¿Hasta qué punto es importante el relato en este campo de las relaciones políticas, el Estado de Derecho, los pueblos y demás aspectos del marco en el que se inscribe nuestro país vasco-navarro?
Al igual que en otros aspectos de la realidad social no existen las “tierras de nadie” (“no man’s land”). No hay situaciones de “no relato”. Cualquier sociedad necesita para seguir existiendo como tal y para afrontar su futuro un “relato” que le dé cohesión y funcionar como tal.  El relato constituye el “punto crucial” (“turning point” que decía Fritjof Capra) necesario para que un pueblo se constituya en sujeto político. Si una sociedad sin Estado propio no construye su propio relato se verá inmersa en la de otro u otros, no será sujeto y, medio o largo plazo, recuperada en una estructura nacional extraña. Habrá sucumbido a un Estado imperial.
El uso de la palabra relato tiene el riesgo de ser identificada de modo excesivamente simple con el de narración y éste, a su vez, con el de historia. El relato va más allá, bastante más allá. Incluye la historia, pero también la memoria y, en general un imaginario mucho más amplio. Decía Josep Pla que “El meu país és aquel que quan jo dic ‘bon día’ em responen ‘bon día’”. También esto es relato. Pero la lengua por sí sola tampoco es “el” relato. Lo son las personas que la hablan, los paisajes en los que lo hacen, los modos en que trabajan, hacen la fiesta o cortejan, sus mitos…
Para los pueblos que tiene un Estado propio (no impropio o a la contra, como es nuestro caso o el de Cataluña) todo esto viene implícito en las tareas “banales” que realiza, “desde la cuna hasta la sepultura”. Para los que no lo tenemos, supone una tarea complicada el recuperarlo o construirlo. Hay que desmontar muchos planteamientos que se dan como implícitos y que erosionan día a día su cohesión propia. Más aún en la actual situación de mundialización de todos los procesos sociales.
En la pregunta me hablas del Estado de Derecho. En el relato de nuestros estados dominantes siempre se consideran como tales y lo proclaman a los cuatro vientos. Pero Estado de Derecho, un Estado democrático, no puede tener sojuzgados en contra de su voluntad a otros pueblos. Un Estado imperialista no puede ser democrático. Esta reflexión debe ser parte, también, de nuestro relato.
– ¿El procés catalán se mueve en este instante en el terreno del debate de ideas, teórico, o más bien, cerrado el camino del debate, estamos ante un uso de fuerza, un mero ejercicio de acción, enfrentamiento y poder?
El ‘proces’ de Cataluña creo que ha sido producto de dos factores que han actuado conjuntamente. Por un lado una larga reflexión teórica, basada un análisis muy serio 1) de la realidad histórica de Cataluña, tanto antigua como reciente (desde la Edad Media hasta los últimos 80 años e incluso de los diez últimos), 2) de la situación geopolítica de Europa y del mundo en general y 3) de los procesos de emancipación nacional ocurridos desde el principio del siglo XX. Por otro, y más necesario todavía, la existencia de un pueblo consciente de su personalidad, de su existencia como sujeto político. Ese pueblo ha sido capaz, en las condiciones más adversas (tras la derrota en la guerra de 1936-39) de acoger y, de mejor o más limitada manera, una inmigración (española primero y de fuera de Europa después) excepcional y de integrarla en sus modos de vida (lengua, cultura en general, etc.) Los atentados a la dignidad del pueblo catalán (sobre todo a nivel lingüístico y político) y a sus infraestructuras económicas provocaron su explosión.
– ¿Cómo ves el procés en este momento? ¿En qué momento se encuentra?
El ‘proces’ está en una situación muy compleja. Por una parte, la gran movilización de la propia sociedad catalana fue consecuencia de su conciencia y de la ‘mala leche’ producto del menosprecio y supremacismo por parte del Estado español y, por otra, la cesión del protagonismo a las estructuras burocráticas de los partidos políticos. El régimen español es radicalmente corrupto y los son, por lo mismo, sus apéndices burocráticos: sindicatos, partidos, administración en general… Los partidos políticos catalanes están inmersos en su dinámica y constituyen más un obstáculo que una facilidad para la emancipación de la nación catalana.
Como un aspecto muy positivo encuentro el conjunto de datos adquiridos que se han consolidado a lo largo de estos años. Existe el riesgo de dilapidarlos, pero están ahí. Uno de ellos es, precisamente, la propia movilización social. Entre estos datos está la constatación de que el independentismo es mayoría social y que es una mayoría con una gran cohesión. Constituye el núcleo de la “nación” en el sentido moderno de la palabra. Le sobran las polémicas partidistas y le falta una dirección estratégica.
La internacionalización del ‘procés’ con Puigdemont y su gobierno en Bruselas, ahora con Gabriel en Suiza, son factores positivos. La cárcel, por el contrario, es un factor negativo. Evidentemente para quienes la sufren, pero también para la actividad política del propio ‘procés’, que pierde un factor de iniciativa por la necesidad de su excarcelación.
– Como Nabarralde, ¿a qué reflexión nos debería llevar todo esto? ¿Cómo deberíamos aplicar lo que está sucediendo con el procés a nuestra propia realidad y a nuestro propio relato?
Como Nabarralde debemos ser capaces de valorar nuestra situación como pueblo dominado, como sociedad sometida. Constatar nuestras carencias y tratar de ponerles remedio. En la reflexión que hacía anteriormente sobre el ‘procés’ catalán exponía que allí existe un pueblo movilizado que aspira a su emancipación y que han logrado una reflexión teórica que, con mayor o menor éxito, está siguiendo un camino hacia ella. Estoy convencido de que nosotros tenemos la primera parte de la ecuación: un pueblo con voluntad, pero que adolecemos de la segunda. Nos falta por completo la reflexión teórica, histórica y memorial para construir el relato que nos convierta en sujeto político y nos permita encontrar el camino hacia nuestra libertad.
La consecución de la libertad necesita unas vías de acción política intensa y muy precisa, pero sin un relato asumido por la propia sociedad es imposible crear una estrategia ganadora. Nabarralde es, en mi opinión, una pieza clave en la construcción de este relato. Es nuestro reto y nuestra aportación a la Vasconia del futuro. La república de Navarra.
Entrevista en Kazeta de Nabarralde. Nº 126 (Marzo 2018)

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