13 septiembre 2016

IN! INDE! INDEPENDENCIA!!!

Con la de 2016, desde 2012 se han cumplido cinco 'diadas' en las que el pueblo catalán ha manifestado ante todo el mundo su voluntad de constituirse como Estado, como sujeto político en el mundo; en un mundo "hecho de naciones", que diría Joan Francesc Mira, pero también, y sobre todo en los tiempos actuales, "hecho de estados". Si no eres un Estado, no existes.
El salto cualitativo que supuso la Diada de 2012, que se preveía como una simple reivindicación autonomista tendente, tal vez, a pedir un 'concierto/convenio' económico con el Estado español y pasó  a ser la primera gran exigencia independentista, se ha visto ratificada un año más en el mismo sentido.
IN! INDE! INDEPENDENCIA!!! era el grito unánime, coreado en 2012 y también en 2013 y 14, diadas de las que he sido testigo presencial activo, al igual que la de este 2016. Nunca se ha escuchado voz alguna reivindicando el 'federalismo' ni el 'derecho a decidir'. Se reclamaba el primero de lo derechos humanos: la libre disposición de un pueblo, su independencia. El 'federalismo' era algo obsoleto, del 'paleolitico' político. El 'derecho a decidir' como un elemento constitutivo de cualquier sociedad que aspirase a ser considerada democrática, pero que no reflejaba en plenitud la reivindicación democrática del pueblo catalán.
Diada descentralizada
La Diada de este año ha presentado un formato descentralizado, más 'casual', tal vez más próximo a la 'terra', tan importante en la memoria catalana. Esto ha permitido, en mi opinión, un conjunto más espontáneo, con un nivel más discreto de normas a seguir. Que si un color por aquí, que si los unos por un lado, los del otro color a la izquierda... Pero con la misma e intensa reivindicación: la independencia de Cataluña. Desde los micrófonos se hablaba mucho de la "República catalana", pero el grito unánime era ¡Independencia!
Esta Diada descentralizada tenia retos importantes en dos ciudades relativamente "frías" con relación al 'proceso': Lleida y Tarragona. En ambas el envite ha sido superado con éxito. En Tarragona fui testigo de lo que se afirma ha sido la mayor manifestación de su historia. Las "tierras del Ebro" tienen innumerables agravios históricos añadidos a los del conjunto catalán y lo expresaron el domingo pasado en la vieja Tarraco.
No se puede pasar por alto la presencia en las manifestaciones de los representantes de lo que en Cataluña se conoce como "los comunes", es decir el conjunto de "Catalunya si es pot", "En Comú Podem" y el mundo que se engloba en torno a la marca "Podemos". La participación de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, es su expresión más clara. Su presencia no estaba marcada por un territorio propio, distinto, sino que formaban parte del conjunto y su reivindicación independentista. Podrán, después, decir lo que quieran, pero estaban allí. Es un dato muy positivo de la capacidad de convocatoria e integración del independentismo catalán. De la vía democrática que sigue Cataluña.
¿Que hay dudas, incógnitas, problemas por resolver? Por supuesto. Y de difícil planteamiento y resolución. Las principales proceden de la capacidad de quienes hoy ejercen como "clase política" en Cataluña. Ante muchas de las declaraciones de sus "líderes", incluso tras una jornada tan memorable, surge la duda sobre la dificultad de superar su mentalidad "autonomista" (todavía políticamente española, sin una desconexión real, con mentalidad de Estado independiente). Planea, ominosa, una visión en la que el objetivo sigue siendo la "hegemonía" autonómica, no la constitución de un Estado libre, independiente.
No obstante, tras jornadas como la de el pasado domingo, prevalece la confianza en un pueblo que no atiende ya los "cantos de sirena" del régimen hispano. Régimen que, por otra parte, poco tiene que ofrecer a "sus" naciones sometidas, como Navarra o Cataluña, que no sea seguir en la sumisión, la decadencia y, a la postre, la extinción.