27 mayo 2011

CHUCUITO













Leía estos días pasados diversos libros sobre la etapa colonial española en América, entre los que me resultó curioso un texto de Fray Reginaldo de Lizarraga, dominico, de nombre real Baltasar de Ovando (¿1545-1615?), sobre el Virreinato del Perú en una obra llamada "Cronistas que describen la Colonia". El texto que atrajo mi atención de modo particular tenía por título "De la laguna de Chucuito". Dice Fray Reginaldo:

"Es la más famosa del mundo y mayor, muy poblada por una parte y por otra. Tiene en torno, y si hablamos como marineros, de boj, 80 leguas y 40 de travesía; casi a la playa de ella están las poblaciones; los vientos causan en ella tormentas como en el mar, y aun más ásperas, por no tener puerto fondeable. Lo que sirve de puerto son totorales, que son una juncia gruesa como el dedo pulgar, y más; aunque allá dentro (digamos en alta mar) se hunda con vientos y tempestades, en llegando a la totora la ola, cesa toda tormenta; el agua es muy gruesa; nadie la bebe, con no ser tan salada como la del mar, es abundante de peces por la una y la otra costa. Algunas veces se mete tierra adentro, pero porque el camino de Inga (Inca) iba muy derecho, no lo torcía; antes, por medio de la ensenada, más o menos conforme a la derecera del camino, se proseguía, hechas a mano unas calzadas derechas como una vira, y a trechos sus ojos llanos, por los cuales corría el agua. Hay calzada de dos leguas y más, a lo menos, por el otro camino, llamado de Omasuyo; también las hay menores conforme a como es la ensenada; pero ya muchas de ellas por esta parte se han perdido por descuido de nuestras justicias, y se rodean en partes de más de dos leguas y en otras menos, y ver aquellas calzadas y caminos derechos es compasión"

Acababa de descubrir una descripción del lago Titicaca escrita en los comienzos del siglo XVII por un fraile colonial. Además me dí de bruces con un topónimo, Chucuito, que corresponde a una población, obviamente la misma que describe Lizarraga, en la que estuve el mes de octubre del pasado 2010 en el último día de sus fiestas dedicadas a la Virgen del Rosario. El ambiente era realmente auténtico y animado. Todo el mundo participaba en la música y el baile, en la comida y bebida. La banda que marcaba el ritmo era boliviana. Con parte de sus componente estuve un buen rato de plática y compartiendo alguna cerveza.

Se trata de un lugar de población muy antigua e importante, obviamente preincaica. Fue capital del reino Lupaca en el Tiahuanaco, aproximadamente 900 años antes de nuestra era. Lupaca era un reino de cultura aymara en la muga con la quechua, realidad que se mantiene actualmente en Chucuito.

Chucuito tiene un curioso "templo de la fertilidad" repleto de piedras talladas de muy diversos tamaños, pero todas ellas en forma de falo. Parece que el recinto donde se encuentran actualmente correspondió a un antiguo palacio llamado Inca Uyo, ya abandonado a la llegada de los colonizadores hispanos. La piedras son antiguas pero estaban dispersas por diversos lugares de su término y se han ido incorporando paulatinamente a los restos de este antiguo palacio, hasta formar una especie de "jardín fálico" de donde, posiblemente, proceda el nombre de "templo de la fertilidad".

Junto a este templo se encuentra una iglesia renacentista colonial, llamada de la Asunción. En en la parte derecha de su nave se puede contemplar una hermosa imagen de nuestro Francés de Xabier. En lo más alto de su torre se adivina otro falo que, desde la distancia, se puede suponer de buen tamaño.

Si se viaja por el entorno del Lago Titicaca merece la pena acercarse a Chucuito. Por lo menos en sus fiestas de la Virgen del Rosario.


Notas bibliográficas:

Carrillo E. Francisco. "Cronistas que describen la Colonia. Las relaciones geográficas. La extirpación de idolatrías". Lima 1990. Enciclopedia histórica de la literatura peruana. Editorial Horizonte.

Lizarraga, Fray Reginaldo (Ovando, Baltasar). "Descripción breve de toda la tierra del Perú. Tucumán, Río de la Plata y Chile".

17 mayo 2011

ENCUESTAS QUE ILUMINAN

He escuchado alguna vez a Angel Rekalde decir que los políticos utilizan las encuestas como los borrachos las farolas. Para apoyarse en ellas. Sin ser ni político ni borracho profesional, me voy a arrimar a una encuesta aparecida en un blog descaradamente amarillo (y rojo por lo de español) llamado “Navarra Confidencial”. En una entrada de la pasada semana publicaba una macroencuesta, “Pulso de España 2010”, organizada por la Fundación José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón.

En la encuesta, con todas las dudas sobre su fiabilidad, se refleja una vez más el valor que tiene la “navarridad” como factor identitario. Que en la actual Comunidad Foral de Navarra se obtenga que el conjunto de personas que se consideran “sólo españolas” o “más españolas que navarras” sea el 8% resulta un dato muy importante. Que en lo que llaman Comunidad Autónoma Vasca este resultado dé un 10% de suma de “sólo españolas” y “más españolas que vascas” también significa mucho. En Cataluña este dato supone el 19%.

El problema está en que esa “navarridad” resultante corresponde en muchas ocasiones a una caricatura de lo que supone ser, de verdad, navarro. Para eso hay que asumir el conjunto de su patrimonio, sea histórico, lingüístico o cultural. Esa es una labor difícil ya que quienes actualmente controlan los medios de esa parte que se sigue denominando Navarra procuran banalizarlo hasta el ridículo. De modo que consiguen una parodia de su realidad. Es un camino para afianzar su integración en la España imperial que la invadió y ocupó ya desde 1200, pero fundamentalmente desde 1512.

Algo semejante sucede con la visión de lo “vasco” desde lo que llaman Euskadi. Es evidente que la mutilación que supone para esa población y territorio la manipulación y ocultamiento de su historia como parte que fue del reino de Navarra, a través de su conquista en 1200 y de su posterior reorganización política y administrativa por Castilla, es un lastre que también dificulta el conocimiento propio que exige la propia dignidad y la autoestima.

Es significativo que los porcentajes sean tan similares en las dos partes en que quedó dividida políticamente Navarra… ¡en 1200! Este dato expresa con claridad la existencia de una cultura social y política en Vasconia diferente de la que impera en las tierras de su entorno, en España. La nación vasca -navarra- persiste con la tozudez propia de la realidad.

En cualquier caso, un resultado de este calibre implica una enorme dosis de deslegitimación para el Estado español. Que en una parte tan definida, por sí misma y por ellos –recordemos por ejemplo desde cuestiones ya antiguas, como el famoso Plan ZEN protagonizado por el PsoE de Felipe González, hasta sus políticas cotidianas más recientes en el ámbito de la persecución de medios y organizaciones relacionadas con la lengua y cultura vasca- manifieste en una sencilla encuesta un porcentaje tan bajo de adhesión identitaria a la nación de la que teóricamente forman parte indisoluble, es un fracaso de estrépito.

El problema está en que debería ser nuestra propia sociedad la que asumiera este hecho y fuera consecuente. La situación y las tendencias de la realidad mundial así como nuestra pertenencia obligada a dos de los estados más totalitarios de occidente nos ponen en grave riesgo de extinción como pueblo, como sociedad, como nación. Esta encuesta realza el papel que juega Nabarralde en estos momentos como medio difusor de un mensaje imprescindible para que Euskal Herria alcance el nivel de sujeto político capaz de lograr su emancipación a través de un Estado propio. El de Navarra, pensamos muchos.

13 mayo 2011

UNA REFLEXIÓN POLÍTICA

La actual estructura básica del Estado español es prolongación directa del sistema creado a partir de la sublevación y guerra consiguiente de 1936, en la que triunfó un modelo fascista. El vodevil que se desarrolló tras la muerte en cama del general y dictador Franco fue bautizado por sus protagonistas como transición democrática, cuando en realidad no depuró ninguna de las responsabilidades de su régimen y todos los poderes sociales y del Estado siguieron en las mismas manos. A la hora de definir la forma de su “nuevo” Estado optaron, en buena lógica, por seguir el modelo unitario del franquismo. En ningún momento se planteó como elemento democrático básico el reconocimiento, previo a cualquier nueva organización, de la existencia de las realidades nacionales vasca y catalana aceptadas, sobre todo de hecho, desde los tiempos de la 2ª república española y la guerra. Este axioma originario implica la inexistencia política práctica de Navarra o Cataluña. En su sistema no existen tales entidades políticas, si no es como “partes” de ese todo que es España. No existe ni el “pueblo vasco” ni el “pueblo catalán”, sólo el “español”, que es el que funda la legitimidad del entramado jurídico y legal de su Estado. En realidad fue una transición intratotalitaria en la que la sedicente oposición democrática lo único que hizo fue aceptar sus premisas y entrar en el juego. La constitución de 1978 refrendó, legal y jurídicamente, una estructura de poder y unas relaciones de fuerza previamente existentes, definidas y consensuadas entre el fascismo y la “oposición”.

Al principio, el “nuevo” régimen tuvo preocupación por los núcleos democráticos resistentes, sobre todo en Navarra y Cataluña. El PC y compañeros fueron rápidamente fagocitados. La sumisión inicial de las fuerzas catalanas resultó bastante sorprendente, pero así fue y hoy es el día en que están apareciendo estudios sobre aquella etapa y las cesiones que hizo Cataluña, como por ejemplo el reciente de Patricia Gabancho (2011). Los poderes del Estado español temían más la virtualidad vasca. Su previsible capacidad de movilización y oposición fue dilapidada en sucesivas convocatorias a votaciones y en la complementaria actuación de los “institucionalistas armados y no armados” (Iparla, 2011) En cuanto la “oposición vasca” aceptó la participación electoral en las votaciones convocadas y se descubrieron sus resultados, el régimen perdió el miedo. En las primeras elecciones tras la muerte del dictador, en 1977, hubo una abstención importante, aunque no multitudinaria. Menos aún, boicot. La trayectoria seguida desde entonces transcurre en una deriva cada vez más degradada. La subordinación total de cualquier poder, medio u organización a un ejecutivo apoyado indistintamente en sus fuerzas militares, policiales, judiciales y de intoxicación, expresa la realidad de su “división de poderes”. Es el reino de la arbitrariedad y de la corrupción. El Estado español impone su modelo castellanizante y homogéneo. Es, en resumen, un paradigma de Estado totalitario.

Todas sus actuaciones sobre Euskal Herria en los últimos tiempos (cierres de periódicos, ilegalizaciones de partidos y grupos etc.) remachan el mismo clavo pero no ofrecen novedad alguna respecto a situaciones pasadas. La naturaleza del régimen no se alteró por la anterior ilegalización de Batasuna, tampoco ha cambiado por la no aceptación de Sortu y la actual legalización de Bildu. Se equivocan de fórmula quienes hablan de “volver a la normalidad democrática”. No se puede hablar de normalidad, y menos de democracia, en un sistema originado en una rebelión militar, una guerra y posguerra genocidas, una dictadura militar fascista de treinta y cinco años y una transición que incluye las premisas de todas ellas. No se puede definir como democrática la situación de un régimen totalitario en función de que permitan participar a determinados sectores o no. Su naturaleza antidemocrática es previa a estas decisiones. Por eso con Bildu e incluso Sortu legalizados (cosa que sinceramente deseo a estos últimos, si ellos lo quieren así), confiar en convencer razonadamente al régimen de lo justo de las demandas vascas, es una tarea condenada de antemano al fracaso. Esperar ganarles en lo que denominan “confrontaciones democráticas”, votaciones a las que llaman elecciones, supone jugar en un terreno contrario, con árbitro casero y compitiendo uno contra diez.

La única forma de hacer frente a esta difícil situación es constituirse en agente político de verdad, con capacidad de llevar a cabo un enfrentamiento estratégico con el Estado español sobre todo, ya que es el que controla la mayor parte de nuestra población y territorio. La capacidad y fuerza social del pueblo vasco ha sido probada repetidamente en la última etapa histórica, pero lo que nunca ha logrado alcanzar es una cualificación política. No es una cuestión de “unidad de las fuerzas vascas”, sobre todo cuando se refiere a los aparatos burocráticos en que se han convertido los partidos políticos. Es una cuestión de unidad estratégica que ponga en valor la capacidad de la sociedad navarra del siglo XXI para constituirse como sujeto político. Cualquier “unidad” que se realice formalmente pero sin contenido estratégico no sirve para nuestra emancipación. Puede generar una ilusión temporal, pero vacía de contenido y de duración breve. La ilusión es necesaria, pero no debe ser consecuencia de espejismos o alucinaciones, sino de la puesta en marcha de un movimiento social efectivo que haga frente positivamente a las continuas imposiciones del Estado español.

Esto exige dejar de lado partidismos y sometimientos, muchas veces inconscientes de tan habituales, y liberar nuestras propias perspectivas individuales y sociales. Exige un debate profundo y democrático entre las personas y agentes que estén realmente por la labor de alcanzar la emancipación de nuestra nación. Obliga a reconocer el logro de un Estado propio como principal objetivo democrático y aceptar que cualquier otra situación, aunque mejore la actual, sólo podrá ser tolerada y aceptada transitoriamente, pero nunca como meta final propia. Debemos elaborar nuestra particular “hoja de ruta” hacia la independencia, en la que la coordinación de esfuerzos y el aprovechamiento de todos los recursos que ofrece nuestra capacidad son factores imprescindibles para afrontar con posibilidades reales de éxito una confrontación social ineludible. Este camino debe ser recorrido con base exclusiva en nuestra fuerza, aunque podemos y debemos tratar de lograr complicidades y apoyos tácticos con otras naciones sometidas a los mismos estados, como es el caso de los Países Catalanes. De igual modo puede suceder con otros pueblos europeos en situaciones similares, como Escocia o Flandes por ejemplo.

La situación política de Navarra es de extrema gravedad y en inminente peligro de desaparición del conjunto de las naciones europeas. Nuestros enemigos son fuertes, confiados en sí mismos y legitimados internacionalmente. Tenemos urgencia en utilizar nuestro demostrado potencial, con inteligencia y democracia. Bien sé que es fácil decir todo lo anterior sin plantear alternativas concretas, sin indicar, o atisbar por lo menos, cuál puede ser el camino a seguir. Ésta es una reflexión que debemos hacer los vascos conjunta y democráticamente. Como ya he indicado antes, el objetivo es la consecución de un Estado propio. Es también evidente que dentro del juego de partidos y votaciones impuesto por el Estado español, nuestras posibilidades son, por el momento, nulas. Es asimismo obvio el potencial político de nuestra sociedad civil. La creación de las ikastolas al margen del sistema educativo oficial hispano, el montaje cooperativo de Arrasate, la inmediata “resurrección” de periódicos como Berria y Gara tras los “asesinatos” de Egunkaria y Egin, las manifestaciones que convocaron, el movimiento de insumisión frente al Ejército español y otros muchos, son logros que no están al alcance de cualquier sociedad.

Tenemos capacidad para llevar a buen puerto cualquier plante, boicot o resistencia, activa o pasiva. Podemos conseguir ser ingobernables. Necesitamos inteligencia para dosificarlo y plantearlo en etapas alcanzables y con objetivos realistas. En este camino debemos olvidar los beneficios y prebendas derivados de la participación incondicional en el régimen del imperio. Es imprescindible dotarnos de una clase política cualificada y de unos líderes insobornables, con capacidad e ideas claras. Habrá sin duda fallos, fracasos parciales e incluso retrocesos, pero el logro de los objetivos parciales que se planteen provocará ilusión y posibilitará acciones cada vez más potentes y arriesgadas. Hace falta que lo queramos realmente. La libertad no se regala, hay que conquistarla. Pero merece el esfuerzo.

NOTAS

Gabancho, Patricia. "A la intemperie: una memoria cruel de la transició catalana (1976-1978)". Barcelona 2011. Columna Edicions S.A.

Iparla 10. 2011.

11 mayo 2011

DOS HERENCIAS

Los recientes resultados de las elecciones canadienses y escocesas están provocando comentarios variopintos en los medios de comunicación. Sobre todo en lo referente a Québec y, en concreto, a los resultados del Bloc Québécois dentro del conjunto del Estado canadiense y a los del SNP en Escocia. Cada cual intenta acarrear el agua a su molino. El unitarismo hispano resalta el fracaso del soberanismo québécois. El tibio posibilismo de los autonomistas de la CAV hace hincapié en que el triunfo de Salmond en Escocia no se debe a su inequívoco posicionamiento soberanista sino a una buena gestión económica de la autonomía. Desde perspectivas partidarias del acceso a un Estado propio en Cataluña se resalta su compromiso a convocar un referendo para determinar en esta legislatura el estatus deseado por los escoceses en su relación con el Reino Unido, mientras se relativiza el resultado de Québec. Y así sucesivamente.

Pocos son los que, además de reflexionar sobre los diversos resultados electorales de Canadá y Escocia, tratan de analizar la estructura real de poder de los estados de los que las dos naciones, Québec (Canadá) y Escocia (Reino Unido), forman parte. Tampoco de las respectivas culturas políticas de ambos. Prácticamente desde el comienzo de la baja Edad Media en el continente europeo se desarrollaron dos modelos de estructura de poder y de su correspondiente cultura política. Uno de ellos se manifestó en un eje que se podría denominar predemocrático, que comprende Gran Bretaña, Flandes, Norte del actual estado italiano, Cataluña y Navarra, caracterizado por un equilibrio entre los diversos poderes y con un sistema pactista como vía de afrontar los problemas internos. El otro, cuyo paradigma es Francia y de la que Castilla primero y España después fueron sucesivas y aprovechadas discípulas, desarrolló progresivamente el absolutismo monárquico para llegar al totalitarismo contemporáneo.

El primer modelo permitió, y permite hoy en día, desarrollar, aunque no sin conflicto, expresiones de la diferencia y de la variedad social, lingüística, cultural y religiosa, y llegó a situaciones de equilibrio democrático. Entretanto, en el segundo la disidencia fue, y sigue siendo, perseguida y aniquilada. El modelo británico fue el exportado al norte de América y posibilitó el desarrollo de sistemas políticos como el de Estados Unidos y el de Canadá. El segundo, básicamente el hispano, fue el hegemónico en el sur y centro del continente americano, incluyendo a México a pesar de ser, desde el punto de vista geográfico, parte de su norte.

Las secuelas de ambas formas de estructurar el poder político, las culturas políticas respectivas y sus herencias americanas se manifiestan con claridad en los dos conflictos políticos antes citados, en relación con los estados de los que forman parte. Las diferencias con las realidades catalana o vasca, divididas e integradas por fuerza entre los dos estados paradigma del absolutismo monárquico primero y del totalitarismo contemporáneo después, son evidentes. No sirve extraer conclusiones de unos casos para aplicarlas mecánicamente a los otros. Tampoco se pueden analizar las situaciones de Québec o Escocia con los parámetros derivados de la ocupación franco-española. Escocia y Québec requieren sendos análisis específicos, contextualizados y tranquilos.

Nosotros nos movemos en unas coordenadas completamente distintas de las de Escocia y Québec. La nuestra es una realidad aparte. Es todo lo contrario de lo que debe ser un Estado de Derecho: el imperio de la ley. Es evidente que en el Estado español no existe la famosa división de poderes con paternidad atribuida a Montesquieu. Son el ejecutivo y sus fuerzas militares, policiales y de intoxicación, quienes imponen su ley. Corresponde al reino de la arbitrariedad y de la corrupción. Es, en resumen, un modelo de Estado totalitario.

Detenciones, tortura y cárceles son sus medios cotidianos de comportamiento. La intoxicación informativa aliña la salsa correspondiente. Para que no quede elemento fuera de su control, cierran a su gusto medios de comunicación (Egunkaria, Egin…), ilegalizan partidos, asociaciones etc. Todo eso, sí, de modo preventivo. Incluso han inventado el concepto de “contaminación política”, que se extiende y ramifica a personas y grupos a través de familiares, amigos o vecinos. Todo son trampas, de manera que ellos ganan siempre.

La trampa más simple se encuentra en la base de su propia estructura política, que es el unitarismo de su Estado, la base constituyente de todo su proceso político: la soberanía del pueblo español, del que, obviamente, y querámoslo o no, formamos parte obligada. Esta premisa originaria implica la inexistencia política de Navarra o Cataluña. En su sistema no existen tales entidades políticas, si no es como “partes” de ese todo que es España. En ese no reconocimiento, imperialismo, radica su base antidemocrática fundamental. Brilla por su ausencia, por lo tanto, cualquier atisbo de cultura democrática.

Cuando las situaciones son tan alejadas, los análisis y las actuaciones políticas deben también ser distintos y acordes con las mismas. No podemos mirarnos tan sencillamente en los espejos québécois o escocés; es necesario que planteemos las alternativas y soluciones desde nuestra realidad concreta, aunque el objetivo, el Estado propio, sea el mismo.

09 mayo 2011

LA INVASIÓN DE NAVARRA


El posiblemente máximo experto, en la actualidad, sobre las cuestiones relacionadas con la conquista y ocupación de Navarra durante la etapa 1512-1530, Pedro Esarte Muniain, acaba de publicar un nuevo trabajo sobre el asunto con el título de “Breve historia de la invasión de Navarra (1512-1530)”. Ante la inminencia del 500 aniversario del inicio de la conquista resulta oportuna la presentación de una obra con este título, sobre todo si responde efectivamente a las expectativas que provoca el hablar de “breve historia”. Máxime cuando la principal y exhaustiva obra del autor “Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico” de 2001 resultaba, en cierto modo, intimidante por su magnitud.

Sin ninguna duda puedo afirmar que este último trabajo logra perfectamente el objetivo que se propone. Ofrece en poco más de 200 páginas una exposición completa y coherente de los principales acontecimientos sufridos por Navarra en el crucial periodo histórico en el que la mayor parte de lo que quedaba como independiente del reino pirenaico perdió su independencia política, su soberanía y pasó a formar parte subordinada de la monarquía española en la etapa de su expansión imperial.

La división en capítulos de la obra coincide, de forma muy didáctica, con las cuatro fases de la etapa que se estudia: la conquista de 1512 y el primer intento de recuperación el mismo año; la tentativa, rápidamente frustrada, de 1516; la liberación de 1521 quebrada con la trágica derrota de Noain y, por último el episodio de Hondarribia, culminado con la rendición de la fortaleza en 1524. En este último se incluye también la posterior evolución de las tierras de la Baja Navarra, abandonadas por los ocupantes españoles ante la imposibilidad de mantener la ocupación como consecuencia de la férrea oposición de sus naturales.

A pesar de no tener un capítulo aparte, que tal vez lo habría merecido, está el último apartado referente a las “Repercusiones de la colonización”. Constituye, sin duda un buen resumen de las consecuencias que para el reino supuso la conquista y ocupación por parte de Castilla.

En esta obra, resulta particularmente interesante la Introducción. Son ocho páginas claras, muy bien escritas, densas y de valor teórico, en las que se reflexiona sobre la tarea del historiador, la forma de historiar, el valor de las fuentes y las formas de interpretarlas, la impronta de la ideología propia de quien las escribe y de quien narra la historia. Es un texto sobre el que merece la pena detenerse, leerlo con tranquilidad y extraer conclusiones

En el libro, en el que apenas hay erratas, se encuentra una, curiosa, en la página 116 donde dice: “Valentín de Jaso relató en 1939 que todos los presos navarros –con la significativa excepción del mariscal Pedro de Navarra- fueron puestos en libertad unos meses después…". Es evidente que la fecha de 1939 queda por completo fuera de contexto. Pero no podemos saber en qué año Jaso redacto su texto.

Me parece un acierto el haber publicado ahora este libro, más aún dentro de la perspectiva de los fastos glorificadores con que nos amenazan las instituciones impuestas desde la legalidad española, con base en una legitimidad inexistente y que el trabajo de Esarte, con exposición detallada y rigurosa, contribuye a denunciar.

Referencia bibliográfica

Esarte Muniain, Pedro. “Breve historia de la invasión de Navarra (1512-1530)”. Pamplona-Iruñea 2011. Editorial Pamiela.

Otras obras de Esarte referidas al mismo asunto:

Esarte Muniain, Pedro. “Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico”. Pamplona-Iruñea 2001. Editorial Pamiela.

Esarte Muniain, Pedro. “Represión y reparto del Estado navarro (siglos XVI y XVII). La nación vasca, expolio franco-español”. Pamplona-Iruñea 2007. Editorial Pamiela.

03 mayo 2011

GERNIKA

A los 68 años del bombardeo de la ciudad símbolo del pueblo vasco, Federico Borras Alcain, presidente de la Asociación Vasca Urrundik de Paraná, Argentina, escribía en mayo de 2005 en el sitio web de EUSKOSARE:

El 26 de abril de 1937 era un lunes de mercado en la villa vasca de Gernika. La ciudad es un lugar sagrado. Allí se encuentra el Árbol de Gernika, símbolo de las libertades del pueblo vasco, ante cuya sombra los monarcas juraban respetar las milenarias libertades de los euskaldunes, costumbre que se remonta al año 1317. Bajo ese árbol, los representantes del pueblo se reunían en juntas, y según escribiera Rousseau, “siempre toman las decisiones más justas”.

Pero ese lunes no sería un día más para Gernika, ni para el resto de la humanidad. Pasadas las cuatro de la tarde, la villa sufriría la primera destrucción masiva contra una población civil indefensa producto de un bombardeo aéreo que registra la historia.


¿Qué es Gernika? Gernika es un lugar perfectamente ubicado en un entorno geográfico concreto; constituye el comienzo de la ría que forma el río Oka en su desembocadura al mar de Bizkaia, conocida como ría de Mundaka. El paraje, de extraordinario valor paisajístico y ecológico, es conocido como Urdaibai. En su entorno se encuentra la cueva de Santimamiñe, con restos y pinturas del Paleolítico Superior, entre 14.000 y 9.000 ANE. Gernika, Urdaibai, lugar sagrado de nuestros antepasados.

Gernika es una villa fundada en 1366 en el lugar de la anteiglesia de Lumo, cuya primera mención histórica aparece en el Cartulario de San Millán de la Cogolla y data de 1051. En esta población de tantos siglos y avatares, y posiblemente debido a su excelente ubicación, se comenzaron a reunir los junteros forales de Bizkaia en la etapa en que el sistema foral vasco se constituyó, durante el siglo XIV, como alianza de las villas con los monarcas castellanos, frente a los desmanes endémicos de los parientes mayores, en los que el mayor perdedor era siempre el pueblo llano.

Parece que existía en la anteiglesia de Lumo un robledal con una pequeña ermita en sus inmediaciones, la Iglesia Juradera de Nuestra Señora Santa María La Antigua. Andando los siglos, del robledal sólo se conservó un ejemplar: el Árbol Foral o Árbol de Gernika. Testimonios abundantes del siglo XVI indican que dichas juntas se realizaban “so el árbol”; es verosímil que fuera el mismo. El hecho es que, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, el lugar en el que se juraban los fueros del Señorío de Bizkaia se fue transformando, por extensión de su significado, unido a toda la simbología ancestral del “árbol del mundo” o del “árbol originario” de tantas cosmovisiones, en el “Árbol” de los fueros.

El reencuentro entre los territorios segregados de Navarra y ocupados por Castilla durante los siglos XI y XII, que la ofensiva antiforal del poder del Estado español propició y que se expresó a través de las guerras carlistas del siglo XIX, elevó al Árbol de Gernika a símbolo del conjunto de los fueros vascos. La apoteosis se alcanzó gracias a un bardo, poeta y músico, voluntario carlista de la primera guerra, exiliado por necesidades políticas y económicas, de vida bohemia y, sobre todo, amante de la libertad: José María Iparragirre. Él compuso la letra y la música del “himno foral vasco” por antonomasia. El Gernikako Arbola. El zortziko-himno de Iparragirre arrasó. Se cantaba, todos puestos en pie, en cualquier reunión de carácter social o político de Euskal Herria en los siglos XIX y XX, por lo menos hasta que la llamada “Transición” de los años 70 del pasado siglo lo fue arrinconando.

Gernika y su Árbol fueron un símbolo de la libertad vasca. Muchos, casi todos, lo aprendimos en casa. Mi padre, carlista, de pie y con la cabeza descubierta como signo de respeto y acatamiento. Con él, abertzales de todo tipo y tantas personas de cualquier, o de ningún, pelaje político, pero todos vascos o vasconavarros. Gernika era un “lugar de memoria”.

El 7 de octubre de 1936, en plena guerra, se eligió en Bilbao, con participación de concejales de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, a José Antonio Agirre como lehendakari del Gobierno Vasco, por mayoría absoluta. Ése mismo día juró el cargo en la Casa de Juntas de Gernika, al pie del árbol. Gernika, lugar de los Fueros.

Gernika fue, por lo mismo, el lugar elegido por Franco para desmoralizar y humillar a los vascos. Siguiendo con la narración de Borras Alcain:

El corresponsal inglés Steer, entre otros muchos analistas, sostiene que el objetivo del bombardeo era desmoralizar a la población civil, atacando una ciudad símbolo para el pueblo vasco. El argumento bien puede enlazarse dentro de la blitzkrie aérea alemana, que combinaba no solo bombas rompedoras, incendiarias y ametrallamiento, sino también, cómo no, el terror.

…Winston Churchill lo diría mejor que nadie: “Gernika fue un horror… experimental."


Pablo Picasso afirmó: “No, la pintura no está hecha para decorar las habitaciones. Es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo”. Su Gernika, cuadro pintado en los meses de mayo y junio de 1937, es alusión clara al bombardeo del 26 de abril de dicho año. Su interpretación puede ser objeto de polémica, pero su valor artístico está fuera de discusión. No sólo es considerado una de las obras más importantes del arte del siglo XX, sino que se ha convertido en un auténtico icono del mismo, símbolo de los terribles sufrimientos que la guerra infringe a los seres humanos. Gernika, lugar contra los horrores de la guerra.

Muchos otros artistas e intelectuales plasmaron el terrible suceso en sus obras. En 1966, un gran compositor donostiarra, Pablo Sorozábal, recogió la tragedia en “Gernika, marcha fúnebre vasca para una plantilla de txistus, trompas y tambores”, dedicada a su madre. Diez años más tarde, en 1976, realizó una segunda versión que subtituló “Eusko kantata para coro y orquesta” con alguna modificación del original. En la música se reconoce la melodía popular “Lurraren pean”, recogida por Sallaberry en Lapurdi. Se estrenó el 15 de enero de 1987. Gernika, también, lugar sonoro de memoria.

Artículo publicado en Haria, número 28, dedicado a Lugares de memoria. Mayo de 2011.

01 mayo 2011

INICIATIVA CATALANA POR EL ESTADO PROPIO

El sábado 30 de abril de 2011 se reunieron más de 1.500 personas convocadas por la Conferència Nacional per l'Estat Propi (MxI) en el Palau de Congressos de la Fira de Barcelona en Montjuic. Aprovechando mi estancia en Cataluña durante estos días tuve la oportunidad de acudir al evento y participar en un acto democrático de primer orden.

La sociedad catalana en estos momentos presenta algunos puntos de gran fortaleza. Uno de ellos es, indudablemente, su potencia intelectual para mostrar un discurso desacomplejado en favor de la necesidad de acceder a un Estado propio. Otro se refiere a la capacidad de movilizar en su defensa a una parte importante de la sociedad civil. El acto del pasado sábado se inscribe en este contexto. La convocatoria fue, en mi opinión , un éxito ya que concentró a más de 1.500 personas, al margen de partidos políticos, en la reivindicación de la independencia de la nación catalana.

La idea matriz de esta convocatoria radica en estructurar un movimiento que, con base en la antes citada capacidad de movilización de la sociedad catalana, sea capaz de reunir una Assemblea Nacional Catalana que proclame la independencia de Cataluña a través de un referéndum vinculante. Este poder ha sido puesto de manifiesto recientemente tanto en las consultas por la independencia celebradas en cientos de municipios catalanes, desde Arenys de Munt en 2009 a Barcelona en 2011, como en la multitudinaria manifestación del 10 de julio de 2010 como protesta contra la actuación general del Estado español frente a la nación catalana.

En el acto del pasado sábado se aprobaron, tras la correspondiente votación de las enmiendas presentadas, la Declaración de Principios, la Hoja de Ruta planteada y la elección de un Consejo Permanente formado por cien personas y una Secretaría de treinta. Se estableció el compromiso de un plazo de seis a ocho meses para convocar la ya citada Asamblea, bajo la responsabilidad de dicha Secretaría.

Muchas personas de gran peso en la sociedad civil catalana estuvieron presentes o dieron su apoyo a la iniciativa. Entre ellas estaba Lluis Llach quien, en un tono pausado y más bien plano según él mismo afirmó es su estilo, terminó con un emotivo discurso, en el que la reivindicación de la independencia fue la referencia central. En el mismo, Llach dijo que “si Kavafis (con relación a su “Viatge a Ítaca”) hubiera sido catalán y no griego, habría dicho viaje a Ítaca si , pero tan largo no”. Tras su intervención, el canto de Els Segadors constituyó la clausura del acto.

En el Palau de Congressos de la Fira de Barcelona no encontré ninguna persona de Euskal Herria salvo al incombustible Toni Strubell, que tantos años ha vivido entre nosotros, y que hoy ejerce de político en el Parlamento de Cataluña por Solidaritat per l'Independencia.

El sábado 30 de abril participé en un acto democrático de gran intensidad, aunque su su proyecto no represente al conjunto de las opiniones que hoy se expresan en el ámbito del independentismo en Cataluña respecto al modo de declarar su independencia. Hay muchos que creen que debe ser el propio Parlamento de Cataluña, el actual, quien la declare y, una vez consolidada a nivel internacional, convoque el referéndum. En el acto del pasado sábado 30 de abril se expresó otra vía, al margen de las actuales instituciones surgidas de la estructura política del Estado español, basada exclusivamente en la sociedad civil.

No me siento con criterio suficiente para juzgar cuál de ambas vías puede constituir el camino más positivo hacia la constitución del Estado propio en Cataluña, en el conjunto de los Países Catalanes; puede ser que ambas sean complementarias, o puede que surja otra diferente. En cualquier caso, lo mismo que en el caso vasco, en la realidad de la nación navarra, ha de ser la fuerza de la propia sociedad la que impulse y determine este acto de libertad, de constitución democrática.

UN MUNDO AL REVÉS

La prensa ha publicado estos días un artículo de Sabino Cuadra con el título “Érase una vez una lobita buena” que hace referencia a la conocida poesía de Goytisolo. Es triste pensar que la falta de originalidad no lo hace menos oportuno. Todos los días encontramos muestras de lo que Sabino nos recuerda. Ahí están las asombrosas (por no decir algo ofensivo) declaraciones de la señora Cospedal, Secretaria General del Partido Popular, que reclamaba la ilegalización de Bildu ante las próximas elecciones que se celebran dentro del ya muy restrictivo y antidemocrático, totalitario dirían algunos, régimen constitucional del reino de España.

Resulta sorprendente que una de las personas que quedaría ilegalizada, si el sistema político español accede a las presiones de la tal Cospedal, sería el actual alcalde de Gernika, la ciudad bombardeada hace 74 años por la Legión Condor bajo las órdenes del ejército sublevado el 18 de julio de 1936. Los generales Franco y Mola no sólo conocían la acción, sino que la habían planificado y ordenado. Fueron responsables directos de aquella atrocidad. Hoy es el día en que Alemania ha pedido perdón a Gernika por el brutal bombardeo, ya que alemanes fueron sus ejecutores inmediatos. Hoy es, también, el día en el que ningún gobierno del Estado español, ni ninguna institución del mismo, ha hecho lo propio.

Todo el actual sistema político español está basado en esa continuidad de poderes e instituciones que simbólicamente representa ese hecho de no haber pedido perdón por dichos actos criminales dirigidos contra la población civil. Entre ellos y en primera fila se encuentra, precisamente, el partido del que la señora Cospedal es Secretaria General. Resulta sangrante que la heredera política de quienes bombardearon Gernika en 1937 reclame en 2011 la ilegalización del alcalde actual de aquella villa, sin haber pasado nunca por una fase de solicitud pública de perdón y de arrepentimiento.

Por un lado puede parecer que estamos volviendo a una especie de punto de partida tras un largo recorrido en el que las cosas se complicaron por culpa de “los violentos” y en el que, los que quieren ejercer de compañeros de viaje de tales descarriados en su actual trayectoria, se ven por ello “contaminados”. Condenados, por lo mismo, a las tinieblas exteriores. La realidad es otra. No ha habido periplo. No hay una “vuelta”, ya que nunca ha habido una “ida”.

De pocos sistemas como del régimen español se puede decir con tanta propiedad la conocida frase del Príncipe de Salina en Il Gatopardo de Lampedusa: “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Y al final todo sigue donde estaba. El régimen de Franco se pudo maquillar e incluso travestir después de la muerte del dictador en su cama, pero la estructura social, económica y política profunda del Estado sigue estando en las mismas manos.

Los hijos de los que bombardearon Gernika son los que hoy piden la ilegalización de su alcalde. José Mari Gorroño, con el aire de quien no acaba de creérselo, lo ha dicho: “que dios nos coja confesados”. Es la frase justa de quien ha vivido toda su existencia con la memoria de los bombarderos en el cielo. Puede parecer un sarcasmo, pero es la cruda realidad de un sistema político totalitario surgido de la guerra y la muerte de inocentes, en el que impera la corrupción y la arbitrariedad. Y en el que la señora Cospedal aparece como la amenaza que asoma en el horizonte. Tantos años a vueltas con el terrorismo, es hora de preguntarse: las bombas de Gernika, ¿de quién son? ¿A quién amenazan?


Angel Rekalde y Luis M. Martínez Garate