29 septiembre 2006

LAS COSAS EN SU SITIO

Y un sitio para cada cosa. Eso es un aforismo popular para indicar el orden que debe respetar cualquier lugar en que se archiven, o simplemente se guarden, “cosas”. “Cosas” en el sentido antes indicado son normalmente objetos materiales, pero se puede aplicar perfectamente también a situaciones o eventos, es decir a cuestiones que suceden, existen en el tiempo y en el espacio, pero que no son objetos materiales.

En este sentido tenemos sucesos recientemente ocurridos y que se han concretado en unas “maniobras militares” del ejército español en tierra vasca. Estos acontecimientos realizados con un gran despliegue de medios y de símbolos (uniformes, banderas etc.) han provocado diversas reacciones. Por una lado los ayuntamientos afectados han protestado por no tener su consentimiento para llevarlas a cabo. Por otro, el gobierno de Gazteiz las ha considerado “inoportunas”. Un sector importante de la población ha mostrado su descontento e, incluso, su oposición.

Da la sensación de que vivimos en un país que no es consciente de su realidad. Desde que a finales del siglo XII y, sobre todo, desde comienzos del XVI en que la mayor parte del reino navarro fue conquistado y ocupado por las tropas de Castilla, en ningún momento hemos dejado de tener “por encima”, más o menos explícitamente según coyunturas históricas, en nuestra vertiente ibérica el peso o la larga sombra del ejército español y del francés en la aquitana. Esto constituye un hecho que es necesario poner en su sitio en el momento de realizar cualquier análisis de nuestra realidad social, económica y política.

No se pueden olvidar durante la etapa posterior a la conquista, en los siglos XVII y XVIII, las múltiples situaciones en que se manifestó con virulencia como fue en la construcción de la Ciudadela de Pamplona, para la que se reclutó violentamente mano de obra autóctona con el fin de realizar una defensa militar española destinada a serlo frente a los naturales del país. En este sentido en Catalunya se ofrece una circunstancia paralela con la construcción de la ciudadela de Montjuich, frente a la propia población de Barcelona.

Lo fue también en el siglo XIX, bien explícitamente, durante las guerras carlistas; lo fue asimismo en la etapa que comenzó con la rebelión de 1936 y siguió con la dictadura del general Franco. En otras ocasiones ha podido parecer que se suavizaba e incluso se disfrazaba de “democracia” a partir de la mal llamada “transición” tras su muerte.

En esa etapa se consideró a Navarra (evidentemente la Navarra provincia española desde 1841 y no toda Navarra como expresión política de Vasconia) como “cuestión de Estado” y se urdieron todas las artimañas posibles para desgajar la parte sur de nuestro país en dos trozos: CFN y CAV. Esta es una estrategia militar en el pleno sentido de la palabra. ¡Y parece que no nos hemos dado cuenta! O, por lo menos, los que se definen como “agentes políticos” actúan como si no se hubieran percatado de ello.

Pienso que en ningún momento la ocupación militar ha dejado de estar vigente, por lo que más que extrañarnos de unas maniobras militares concretas deberíamos actuar siendo conscientes de todas las consecuencias que entrañan los hechos antes reseñados.

Y como colofón tenemos las declaraciones del presidente del gobierno español, señor Rodríguez Zapatero, en las que afirma, con énfasis, que cualquier “proceso” debe darse en una situación de “total ausencia de violencia”. Estamos de acuerdo con esas palabras, pero ¿dónde deberían estar, o mejor no estar, para que ese proceso tuviera lugar, real y democráticamente, el ejército español, las fuerzas de “orden público” etc.? Por eso decimos “las cosas en su sitio”, sin olvidar el “un sitio para cada cosa”. En España tienen cuarteles suficientes para acuartelarlos, valga la redundancia.

04 septiembre 2006

YO TAMBIÉN QUIERO UN ESTADO PROPIO

A través de este comentario quiero manifestar mi adhesión a la campaña que se realiza durante la presente semana (del 4 al 10 de septiembre) en Catalunya con el título de "Jo també vull un Estat propi". Desde aquí expreso tanto mi ambición de que Euskal Herria constituya su propio Estado, Navarra, como el deseo de que Catalunya, los Países Catalanes, consigan lo mismo para su sociedad. La campaña propone titular así todos los artículos que escriban durante la misma las personas que quieran efectivamente que Catalunya tenga su propio Estado.

Cuando países como los nuestros han sido conquistados y los estados dominantes se erigen en sus "administradores", en ambos casos España y Francia, y se han dedicado sistemáticamente a borrar sus respectivas señas de identidad (patrimonio inmaterial) y a detraer sus recursos (humanos, financieros etc.), poco se puede esperar de ellos en cualquier aspecto relacionado con nuestros intereses en la aceleradamente cambiante situación del mundo.

Como las razones generales: lingüísticas, culturales, de cohesión social ante las inmigraciones masivas que se han producido y siguen imparables, las políticas de telecomunicaciones y otras muchas, son semejantes en ambos países, voy a aportar algunas especificidades propias por las que Vasconia necesita, si quiere sobrevivir dignamente en el mundo actual, de su propio Estado:

1.- Un desarrollo centrado y equilibrado no puede estar vinculado a los territorios a los que la estrategia de la dominación ha sometido al País Vasco. Una ordenación del territorio eficaz y eficiente tiene que contemplar nuestra nación en su globalidad. Planteando la necesidad de un puerto y un aeropuerto de primer orden para cada provincia o territorio sólo se consigue la desunión y desvertebración humana y territorial. Esto necesita afrontarse y debatirse desde el Estado propio como algo que afecta al conjunto nacional.

2.- Los gravísimos problemas por los que transita nuestro sector pesquero, sometido a los intereses de dos administraciones contrapuestas entre sí y a las que, evidentemente, los intereses del sector vasco les resultan insignificantes, requieren una política estatal propia.

3.- La política del agua supeditada en la vertiente ibérica de Vasconia a los intereses españoles en el sector, a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro, queda al albur del irracional uso de la misma que determinadas áreas del mismo manifiestan con descaro (campos de golf, urbanizaciones de unifamiliares etc. frente a carencias flagrantes en suministros urbanos con fines domésticos y sanitarios). Su gestión desde el Estado propio y la negociación "entre iguales", de Estado a Estado, se percibe como la única solución viable que no suponga nuestra expolio.

4.- La gestión del transporte, tanto de personas como de mercancías, debe someterse a un cambio de paradigma radical en todo el mundo ("desarrollado", sobre todo). Dada la complejidad geográfica de Euskal Herria y para posibilitar un cambio a escala humana, centrado, eficaz y ahorrador de energía, la mejor y, probablemente única, solución es el Estado propio.

¿Para qué seguir?

Simplemente somos adultos, somos maduros, necesitamos la independencia y la queremos ya. Y eso en el mundo actual sólo tiene un nombre: el Estado propio.

VASCONIA, PRESENTE Y FUTURO: LA HISTORIA

Las sociedades están en construcción permanente o, mejor se podría decir también, que están en “reconstrucción”, ya que todo grupo humano que constituye una sociedad diferenciada se edifica en interacción constante sobre personas y grupos de diversos intereses, creencias, edades, educación... que han asumido, por un lado, la pertenencia al mismo grupo y, por otro, sus divergencias internas. Siempre se construye sobre algo preexistente, nunca se parte de cero. Siempre hay una lengua, una organización social previa, unos conflictos internos y externos que permiten tanto la autorreferencia como la heterorreferencia de cualquier sociedad.

En ese sentido, nunca se da el conocimiento aséptico de la evolución que ha conducido a la situación actual y que permite su modificación permanente; siempre es un conocimiento mediado. Antiguamente eran las historias, leyendas o mitos fundacionales que se transmitían oralmente y reforzaban determinadas solidaridades mientras que, en los casos de conquistas, destruían otras. Desde que se empezó a escribir lo que hoy se llama la “Historia”, también se transmiten, eso sí bajo el académico paraguas protector de universidades e institutos, las historias, leyendas o mitos fundacionales que asimismo refuerzan determinadas solidaridades mientras siguen destrozando otras.

Hoy, además, se establecen jerarquías: las sociedades dominantes con estatus político garantizado e instituciones académicas propias y reconocidas, frente a las sociedades sometidas y que no gozan de tales atributos. Atributos que les permitirían poder definir sus propias historias, leyendas y mitos, investigar sobre ellos y contrastarlos con datos arqueológicos, lingüísticos, archivísticos o procedentes de cualquier otro tipo de fuentes y que, por ello además de por obvias razones políticas, se ven obligadas a girar en la órbita de las sociedades que las dominan.

De esta forma, se producen dos fenómenos interesantes:

1.- Las sociedades dominantes, “importantes”, tienen Historia científica que demuestra sus raíces, antigüedad y estirpe y que justifica el derecho a su existencia con normalidad. Los grupos humanos sometidos, sociedades “sin importancia”, sólo tienen “mitos originarios”, “leyendas fundacionales”, “tradición oral”, nunca equiparables a la Historia de sus ocupantes en su mismo plano y son condenadas, por lo mismo, a ser dependientes de las primeras.

2.- Se forma un circuito de retroalimentación positiva en el que las sociedades “normales”, “importantes”, es decir dominantes, son, cada vez, más “normales” e “importantes”, y las “no importantes”, sometidas, se pueden hundir progresivamente en su ignorancia, en su autoodio y, en suma, en su miseria.

Pero si algo caracteriza también a la especie humana es su capacidad de rebeldía y solidaridad. Una sociedad conquistada y dominada por otra, percibe como injusta tal situación y, si tiene capacidad militar o política, se rebela contra ella. Si en el conflicto sale victoriosa recupera su estatus de “normalidad”; si no lo logra, entra en la órbita de la sociedad ocupante y pasa a ser dominada y minorada. Pero todavía no todo está perdido. Mientras esta situación se perciba desde los dominados como “anormal” hay esperanza. A veces la percepción deja de ser subjetiva y entonces se encienden todas las alarmas, ya que el proceso de asimilación, aunque muchos datos objetivos sigan manifestando su “anormalidad”, se encuentra próximo a su conclusión,

Siempre es preciso hacer intervenir un factor de primera magnitud: la autoestima y el deseo de madurez, de emancipación, característico de cualquier sociedad (y, por supuesto, persona) madura. Lograrlo supone un gran esfuerzo, ya que los medios que la sociedad dominante emplea para justificar su ocupación como “normal” son inmensos: todo su sistema educativo y propagandístico además del aparato represivo directo están a su servicio.

Estimo que en esta tesitura la sociedad dominada ha de pasar a (auto)considerarse como “normal” aunque políticamente no lo sea y que debe luchar por recuperar su patrimonio (organización social, lengua, historia etc.) y enfrentarlo sin complejos al que trata de imponer la sociedad dominante. Es el primer paso para lograr su emancipación.

Vasconia necesita fortalecer el conocimiento del patrimonio propio desde su propia centralidad, sobre todo en el campo de la Historia, para reforzar su autoestima. Reforzar la autoestima es elemento básico para lograr su despertar del letargo complaciente en el que se encuentra sumergida, ya que el tiempo se nos escapa.

En mi opinión, debemos despertar para ser conscientes de la necesidad de la emancipación, de la independencia, de la libertad. Y confiar que en ese buen caldo de cultivo surja la iniciativa política que permita su arribe a buen puerto y nos permita, imponiéndose a los intereses asimilacionistas, llegar a ser o, mejor retornar a lo que ya fuimos a través del reino de Navarra, un sujeto político activo, un Estado, en el convulso y conflictivo mundo actual.